Matcha

El matcha es una de las especialidades de té más exclusivas y apreciadas del mundo. Originario de China, el té en polvo llegó a Japón, donde fue celebrado, ritualizado y su método de producción perfeccionado hasta su estado actual. Pero, ¿qué hace que el matcha sea tan especial? Para entenderlo, tenemos que examinar más de cerca el origen, la producción, la planta utilizada y las muchas aplicaciones posibles del matcha.


La planta del té: Camellia Sinensis

El matcha se elabora con las hojas de la planta de té Camellia Sinensis, la misma que se utiliza para hacer té blanco, verde, oolong y negro.

Pero lo que diferencia al matcha de otros tipos de té es el proceso de cultivo único y el procesamiento especial de las hojas de té.


Cultivo y cosecha: el arte del sombreado

El cultivo del matcha requiere cuidados y conocimientos especiales. Las plantas de té se cultivan en campos situados a menudo en regiones montañosas. Una de las fases decisivas en la producción de matcha es el sombreado de las plantas de té.

Entre 20 y 30 días antes de la cosecha, los campos de té se cubren con redes o paños especiales para reducir la cantidad de luz solar. Este sombreado ralentiza el crecimiento de las plantas y favorece la producción de clorofila en las hojas. El resultado es el característico color verde intenso y el sabor suave y dulce del matcha.

Las hojas utilizadas para el matcha se llaman tencha. Para la producción de matcha sólo se recolectan las hojas más tiernas y superiores, lo que explica la exclusividad y el elevado precio del té. Además, el tencha de alta calidad procede exclusivamente de la cosecha de primavera.


Procesado: de la hoja al polvo

Tras la recolección, las hojas de té se cuecen cuidadosamente al vapor para evitar la fermentación y preservar el color verde y los valiosos ingredientes. Este paso es crucial para preservar la frescura y la calidad del té. Tras la cocción al vapor, las hojas se secan y se eliminan los tallos y las venas de las hojas para que sólo quede el material puro de la hoja. A diferencia del Sencha o el Gyokuro, por ejemplo, las hojas de Tencha no se enrollan, ya que se muelen de todos modos.

Este material puro de la hoja, que ahora se llama tencha, se muele después en un polvo fino en molinos de piedra tradicionales. Este proceso de molienda lleva mucho tiempo y requiere mucha paciencia, ya que sólo se pueden producir pequeñas cantidades de polvo cada vez (¡aproximadamente 30 g/hora!) para evitar el sobrecalentamiento, que afectaría al sabor y la calidad del matcha. El resultado es el matcha verde brillante y fino que conocemos.


La preparación tradicional: un ritual de tranquilidad

El matcha tiene una larga historia en la cultura japonesa y se utiliza tradicionalmente en la ceremonia japonesa del té. En esta ceremonia, el polvo de matcha se vierte directamente en un cuenco para beber y se infusiona con agua caliente, pero no hirviendo. El polvo se bate con un batidor especial de bambú, el Chasen, hasta conseguir una consistencia uniforme y ligeramente espumosa. A diferencia de otros tipos de té, en los que sólo se bebe la infusión, con el matcha se consume la hoja entera. Esto significa que todos los valiosos ingredientes del té, como antioxidantes, vitaminas y minerales, se absorben por completo.


Matcha en la cocina moderna

En los últimos años, el matcha también ha ganado popularidad fuera de Japón y se utiliza cada vez más en la cocina moderna. Ya sea en batidos, postres, productos horneados o incluso platos salados, el matcha no sólo aporta a muchos platos un color verde brillante, sino también un sabor único y beneficios añadidos para la salud. Uno de los favoritos es el matcha latte, en el que el polvo se mezcla con leche y un edulcorante como miel o sirope de arce.


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